River venció a B*ca como visitante por 2 a 1 en un partido
emotivo y raro. Aquí, en Cultura
Riverplatense intentamos desmenuzarlo con una lupa futbolística.
El triunfo en La Bombonera, más allá de las cuestiones
anímicas y morales, le otorga a River argumentos como plantearse seriamente la
posibilidad de animar el Torneo Final 2014. Si bien la actuación en el Alberto
J. Armando distó en el nivel lúdico de lo exhibido ante San Lorenzo en El
Monumental, tiene un nivel táctico que no deja de impresionar, dejando la
sensación de que estando un poco más finos de mitad de cancha hacia adelante,
la diferencia hubiese sido aún mayor.
Lo primero que hay que decir sobre la histórica victoria, es
que River no salió a atacar de manera desordenada, lo que no quiere decir que
no haya atacado. Queda la sensación de que River llegó poco, porque pateó pocas
veces al arco. Ahí está la arista que mencionábamos más arriba.
River encontró la llave del partido jugando a la espalda de
Fernando Gago con un espectacular Manuel Lanzini, y supo que la generación de
peligro se iba a dar a la espalda de los laterales, especialmente de Emanuel
Insua. Para que Lanzini pueda resaltar, existió una sociedad atrás de él que
funcionó de la mejor manera desde la presión y –cuando existían los espacios-
desde la elaboración. El dúo Ledesma – Rojas volvió a tener un partidazo. Sobre
todo en cuestiones defensivas.
Ledesma fue el termómetro del mediocampo. Al compás de él se
movió River. En la zona de presión, en los tiempos de juego, y hasta en el
carácter. Siempre duro pero siempre leal. Rojas lo acompañó a la perfección,
con mucha más personalidad que en otras ocasiones y con algunos destellos de
fútbol champagne, como un pase de primera a Cavenaghi que lo dejó mano a mano,
y un firulete extraño, en mitad de cancha, tocando de primera y haciendo pasar
de largo a su rival con un autopase.
Volviendo a Lanzini, cabe destacar que se le vio una faceta casi desconocida en su juego: el pase. Ayer, Manu se destacó como lanzador y observando exclusivamente lo que fue su partido, se encuentran grandes asistencias a espaldas de los laterales, y buenas conducciones de mitad de cancha hacia adelante. Fue un conductor más que un mediapunta, al menos, en las ocasiones en las que River decidió ser vertical en el juego.
Realizando un análisis en general, es cierto que B*ca pateó más al arco, y ahí resalta la
figura de Marcelo Barovero, que tuvo cuatro grandes intervenciones. Dos ante
Martínez, en el primer tiempo, otra con Erbes al comienzo del segundo y la
última ante un bombazo de Insua, cuando el partido estaba 1-1.
Sin embargo, River constantemente agarraba mal parada a la
defensa local, que salía lejos pero no tiraba el achique y no presionaba. Gago
se veía desbordado cuando la presión era efectiva –casi siempre que B*ca atacó
por el centro- y River aprovechaba. Así, rozó el gol con un mano a mano de
Rojas tras una gran jugada colectiva que derivó en un centro raso de Cavenaghi
y que cortó magistralmente Erbes. También en una corajeada de Teo Gutiérrez que
terminó en un pase para Lanzini que se fue largo por la rapidez del campo de
juego. También lo tuvo cuando toqueteó de primera durante un tiempo prolongado
y no pudo conectar al delantero colombiano que hizo la diagonal de manera
inversa a la forma que lo indicaba una correcta lectura de la jugada.
También lo hizo cuando estuvo en ventaja, luego de un gran
pase de Rojas a Cavenaghi que culminó con una corrida que el capitán remató
afuera. Y por último, lo realizó cuando el partido se encontraba igualado.
Primero con un desborde de Rojas que terminó en Teo y una definición que
encontró bien parado a Orión. Luego, con un fantástico pase largo de Maidana
para Lanzini, que culminó en el cierre de Grana y el córner que le posibilitó a
River llevarse la victoria.
Es decir, el equipo de Ramón tuvo la virtud de explotar los
defectos de su rival en más de una ocasión. Y si bien falló en la última
estocada, en todo momento pareció mostrar su personalidad en el campo ajeno.
También es cierto que por momentos la pasó mal. A veces, por errores tácticos –como
no reacomodar el retroceso ante la constante superioridad numérica del rival
por la banda derecha- y otras tantas por la jerarquía individual del rival,
como las apiladas de Martínez o el toqueteo entre Riquelme y Sánchez Miño.
En donde se definen los partidos, River también fue más
preciso que B*ca. El equipo de Bianchi tuvo dos mano a mano que no fueron bien
aprovechados ni por Gigliotti primero ni por Riquelme después. El de Ramón,
contó con dos. El primero fue un magistral cierre de Erbes, y el segundo, un
inmenso gol de Lanzini. También supo captar mejor los horrores defensivos del
rival. Mientras que River transformó en gol el regalo de Orión, B*ca se topó
con Barovero en un cierre inentendible de Jonathan Maidana tras una escaramuza que
terminó en los pies de Erbes en el punto del penal.
La conclusión es que un empate no hubiese sido injusto,
aunque la victoria de River encuentra fundamentos no solo morales sino también
futbolísticos. Así, el conjunto de Ramón se permite soñar con un objetivo
mayor. Sin embargo, tiene un desafío más que interesante el próximo miércoles
ante Newell’s. En caso de ganar, nadie podrá poner en tela de juicio el traje
de candidato.
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