River venció como local a San Lorenzo, por 1-0 con gol de
Teófilo Gutiérrez. El conjunto de Ramón Díaz fue claro merecedor de la
victoria, y de no ser por la mala puntería para definir, podría haber goleado.
La vuelta de la línea de 4, y un doble 5 de tenencia de balón, las claves para
superar ampliamente al último campeón del fútbol argentino.
Era un partido trascendental para River. Las derrotas en las
últimas dos jornadas, transformaban al choque contra San Lorenzo en una especie
de final anticipada. La primera de un semestre que estará cargado de ellas, por
cómo viene la mano. Las declaraciones en la semana, la especulación
periodística y la intriga sobre el esquema táctico, habían cargado de
expectativa al primer clásico del torneo.
El Millonario, como era de esperarse, salió a llevarse por
delante a su rival. Con fútbol y actitud. Una línea de fondo en donde los
laterales son volantes ofensivos, puede ser una buena descripción de lo que fue
River en la primera etapa. Un equipo corto, punzante, asfixiante, veloz y hasta
por momentos lujoso.
Muestra de ello, fue el gol. A los 21 de esa casi perfecta
primera etapa. Un saque largo de Marcelo Barovero desde el arco, cayó en la
cabeza de Carbonero quien peinó para Cavenaghi. El 9 en posición de 8 descargó
nuevamente con el colombiano. El ex Arsenal realizó una pared con Ledesma, fue
hasta el fondo, amagó, retrocedió, cedió para Cavenaghi, quien también toco ida
y vuelta con el Lobo¸ y tras recibir
nuevamente descargó con un taco magistral para Carbonero, que esperaba sólo
como extremo. El portador de la camiseta número 7 sacó un centro en honor a su
dorsal, para que Teófilo Gutiérrez rompa su maldita racha por torneos locales
de 19 partidos sin convertir. Anticipo con su pie izquierdo a media altura y a
guardar.
El tanto le otorgó tranquilidad al Millonario, quien siguió
en búsqueda de un nuevo gol que cerrara el encuentro. El rival, por su parte,
sentía el cansancio de la doble competencia y se veía superado en mitad de
cancha, donde había colocado tres volantes centrales para intentar obstruir el
juego riverplatense.
Dominador en todas las líneas, River pudo haber aumentado la
diferencia desde los pies de Teófilo y de Manuel Lanzini. Sin embargo, la mala
suerte y el palo en primera instancia, y una gran atajada de Torrico en otra,
le negaron aquella posibilidad al equipo de Ramón.
El segundo tiempo mostró la misma imagen que el primero
durante los minutos iniciales. River se mostraba entero, punzante y presionaba
a un San Lorenzo sin tenencia de pelota y por ende, sin ideas ofensivas. Sin
embargo, en aquel lapso, el Millonario no logró generar situaciones claras para
liquidar el encuentro.
El ingreso de Leandro Romagnoli, incitó a San Lorenzo a
arriesgar un poco más, y con el sufrimiento Millonario (totalmente innecesario,
por el desarrollo del partido), llegaron las chances más nítidas de la segunda
mitad. Primero, un mano a mano de Teófilo con Torrico, en el que el colombiano
intentó gambetear al arquero visitante y se terminó diluyendo la chance. Luego,
otra vez el delantero de la Selección Colombia tuvo el gol. Esta vez en su
cabeza. Una gran escalada de Vangioni lo encontró en solitario adelante del
punto del penal. Sin embargo, la resolución no fue la mejor y la pelota se fue
por arriba.
Ya sobre el final, también lo tuvo Manuel Lanzini. Primero,
tras una gran asistencia de Teo, en donde el 10 quedó mano a mano con Torrico y
en vez de ceder hacia adentro donde ingresaba en solitario Carbonero, decidió
patear con rabia al arco y se encontró con la buena reacción del 12 del CASLA.
Luego, con un remate de media distancia tras un gran pivoteo de Menseguez,
quien le bajó un pelotazo en la puerta del área, para que Lanzini tomará el
balón y sacara un latigazo que se fue por arriba del travesaño.
El sufrimiento innecesario, se dio a través de algunas
jugadas de pelota parada. San Lorenzo se arrimó bastante más con el ingreso de
Romagnoli y de sus pies nacieron jugadas que derivaron en córners o tiros
libres. Las dos más claras para el Cuervo
se dieron por tiros de esquina. El primero, a los 34 de la segunda etapa,
en donde Kannemann bajó una pelota en el primer palo y Valdés ingresó en
solitario por el segundo. El central colombiano la tiró hacia el medio para que
Blandi la mandara hacia el fondo de la red con un Barovero ya vencido, y allí
aparecieron el esfuerzo de Vangioni y Solari, quienes salvaron sobre la raya lo
que parecía el empate del Ciclón. La segunda, fue un buen cabezazo de
Gentiletti que retuvo Barovero, llegando al final del encuentro.
El triunfo le otorgó aire a River, pero también le entregó
certezas. Certezas de que se puede ser protagonista, ofensivo y jugar bien, aún
en un fútbol en el que se lucha más de lo que se juega. River no es menos que
nadie, al menos así se lo mostró hoy al campeón del último torneo. Veremos, si
logra demostrárselo al fútbol en general, con regularidad.
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