El equipo de Ramón ganaba 1 a 0 con gol de Eder Balanta, sin
embargo, a dos minutos del final se durmió y Cauteruccio le empató tras una
grave desatención defensiva. Con el empate, River quedó a 4 de la punta y se
complicó en la lucha por el campeonato.
No fue el peor partido del equipo de Ramón Díaz. Es más,
estuvo dentro del podio de los mejores. Manejo de pelota, chances de gol,
presión alta y varias asociaciones. No fue el Barcelona, lejos de eso; tampoco
fue el River pálido de años/meses atrás.
Tardó 10 minutos en meterse en juego, en ajustar algunas
clavijas en el centro del campo y en la parte interior de la defensa. Comenzó a
tener la pelota Ariel Rojas, con un gran respaldo de Cristian Ledesma. Leonel
Vangioni pudo proyectarse y Manuel Lanzini y Juan Iturbe amagaron a conformar
una sociedad letal para la defensa de Quilmes.
Tuvo situaciones de gol, primero un cabezazo de Gabriel
Mercado que rebotó en un rival cuando se dirigía al arco. Después, otro
cabezazo del mismo Mercado que reventó el travesaño. Luego, un centro de
Sánchez que apenas desvió Lanzini y pasó cerquita del arco de Trípodi. Tras
ello, una imitación de Messi realizada por Iturbe, que encaró de derecha hacia
adentro, dejó dos rivales por el camino, ejecutó y la pelota se fue besando el
ángulo superior derecho del arquero Cervecero.
También pudo ser gol una recuperación de Gabriel Funes Mori,
quien se metió al área y llegando a línea de fondo envió el centro al medio,
que fue bien rechazado por Cristian Lema cuando Juan Iturbe se predisponía a
mandar la pelota al fondo de la red.
En el segundo tiempo, River siguió presionando y consiguió
su premio. A través de una pelota parada, vía inesperada para éste humilde
cronista, el Millonario se encontró con la ventaja tras un gran cabezazo de
Eder Álvarez Balanta luego de un gran centro de Manuel Lanzini.
Tras el tanto, River comenzó a jugar con la ventaja. Intentó
achicar espacios de mitad de cancha para atrás, y aprovechar el espacio que
Quilmes dejaba entre su línea media y el fondo. Ingeniosamente, los de De
Felippe adelantaron el mediocampo, pero no el fondo. Así, logró meter a River
en una trampa letal. Concentrarlo en tres cuartos de cancha y apretarlo entre
el medio y el fondo, quitarle la pelota y apostar al golpe por golpe.
Sin embargo, Quilmes no llegó con demasiado peligro al arco
de Barovero. Tampoco lo hizo River, quien tras el tanto de Balanta, no llegó
con claridad al arco rival hasta la situación que Funes Mori desperdició en los
últimos 15 segundos del encuentro.
River parecía tener controlado un partido que resultaba
vital para las aspiraciones a campeonar en el Torneo Final 2013. Aunque con
River, y particularmente con algunos jugadores de este River, nunca hay que dar
nada por hecho. En una desconcentración, a los 43 minutos del segundo tiempo,
Quilmes logró armar una jugada asociada por el sector derecho de su ataque, y
proyectó a Quilez hasta la línea de fondo, el lateral hizo lo que marcaban los
libros y ejecutó un centro atrás. Bottinelli miró a Lema, que sin presión amagó
y dejó pasar la pelota para que Cauteruccio recibiese sólo en la puerta del
área y de primera sacase un bombazo que se metió en el ángulo superior derecho
de Marcelo Barovero, que nada pudo hacer.
Quilmes conseguía un injusto empate por el trámite del
encuentro, aunque merecido por la eterna siesta que se toma la defensa de River
sobre el final de la mayoría de los partidos.
River fue con más ganas que fútbol sobre los cuatro minutos finales,
con centros frontales que eran rechazados fácilmente por la defensa de Quilmes.
Sin embargo, cuando el partido quemaba, la última pelota quedó en poder de
River. Ezequiel Cirigliano tomó la posta, avanzó unos metros y metió pase para
venderlo a Europa. Estupendo. Entre líneas, ante el achique de una defensa que
se venía encima. El pase fue recibido por Funes Mori.
Cierto es que hay un progreso del mellizo delantero desde
que está Ramón Díaz: se toma un tiempo más para definir. Lo hizo ante Arsenal,
y lo repitió ayer ante Quilmes. Tomó la pelota en el área, y en vez de rematar
a Tripodi lo amagó, lo esquivó y definió al primer palo. La red se sacudió,
pero de afuera hacia adentro. Conclusión: la pelota terminó afuera. River
desperdiciaba su última chance, y así, dejaba escapar dos puntos que pueden
transformarse vitales en el desenlace del campeonato.
En la próxima, el equipo de Ramón irá al barrio de La Boca,
a enfrentar al club que lleva el mismo nombre. No habrá excusas. Habrá que
ganar. Como sea. Por todo. Por River, principalmente.




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