Columna de opinión de Lucas Solís Nicolaevsky sobre el empate entre
River y Quilmes, anoche en El Monumental.
“Nene, cuando tenes
partidos como estos, necesitas jugadores de jerarquía para quedarte con los
tres puntos. River no los tiene, esa es la única explicación posible para este
empate” le comentó a este redactor su abuelo, una vez finalizado el
encuentro de anoche en El Monumental. ¿Usted comparte?
Es factible que River haya disputado uno de los tres
mejores encuentros del campeonato. No había que hacer mucho mérito, tampoco.
Pero lo de ayer, para el hincha Millonario, puede ser ilusionante desde el
juego. El equipo de Ramón, tras la victoria ante Racing, se trazó un camino a
recorrer para cumplir su objetivo de ser protagonista. Un esquema de juego, un
estilo, un par de ideas. Nada fuera de lo común, pero un avance significativo
en relación al primer tramo del torneo y ni que hablar a todo el certamen
inicial.
Sin embargo, pese a la mejora en la creación de juego, ahora
River pasa a fallar en la definición. Necesitó cinco opciones de gol para
terminar concretando un tanto. Lo hizo, como en la fecha pasada, a través de
una pelota parada. A veces, esos pequeños datos, son los que mejor describen el
presente de un equipo. Ni Iturbe, ni Sánchez, ni Lanzini, ni Funes Mori.
Ninguno de ellos pudo concretar cuando tuvieron la posibilidad. “Jerarquía, nene, jerarquía” diría mi
abuelo, y quizás haya que darle la razón.
Ya con la ventaja, River no supo jugar. O mejor dicho, no
supo aprovechar. Increíblemente cayó en la trampa de Quilmes, que lo engolosinó
con espacios en tres cuartos de cancha para apretarlo al máximo y salirle al
golpe por golpe. No fue casual. Ramón lo sabía. Antes de que ingresara
Cirigliano, Cauteruccio tuvo dos veces la posibilidad de irse mano a mano
contra el último integrante de la defensa. Los piques, no lo favorecieron.
Quiso bajar línea el DT cuando metió al juvenil
mediocampista central en lugar del único enganche del equipo. “Tengamos la pelota y dejémonos de joder” quizás
haya sido la expresión del Riojano. Y River la tuvo. De hecho, la toqueteó
tanto en algún momento que quienes no vieron al Millonario en su época más
gloriosa se animaron a gritar “Óoole, óoole, óoole” ante algunas
triangulaciones de Sánchez, Cirigliano y Ledesma.
Pero… River siempre tiene un pero. En la primera parte de
esta nota, el pero fue la definición. Sobre el final, el pero es la
desconcentración. Una pila de errores colectivos e individuales, le permitieron
a Quilmes tener UNA chance antes del final. Vangioni mirando, Balanta saliendo
lejos para hacer sólo sombra, Ledesma a destiempo para correr a Quilez que se
proyectaba, Bottinelli, como estatua, sin cubrirle la espalda a Balanta ni
salir a inquietar a Lema, Pirez en la misma que Bottinelli, cubriendo en
sociedad con Mercado a un Telechea que aparecía tímidamente por el segundo
palo. ¿Qué pasó? Quilmes toqueteó, profundizó para Quilez, éste llegó al fondo
y envió un centro atrás que bien dejó pasar Lema para encontrar a Cauteruccio,
solo, en la puerta del área. El uruguayo sacó un sablazo bárbaro y decretó el 1
a 1 final.
Sobre el final, River pudo haber redimido su error.
Cirigliano volvió a sus épocas de inferiores y colocó un excelente pase para
Funes Mori que hizo todo de manual, menos el gol. “Siempre un pero, nene. Se necesita jerarquía”. Y sí, tiene razón.
La conclusión final es que, una vez más, River dejó escapar dos puntos por errores puntuales. Lo positivo, es que de a poco empieza a marcar una identidad desde el juego. Nada loco, nada de otro mundo, nada cerca de un "Barcelona de Sudamérica". Lo negativo, es el pero. River mereció ganar, pero no tuvo puntería. Quilmes no inquieto, pero River se desconcentró y lo pagó. Funes Mori hizo todo bien, pero le erró al arco. River está mejor, pero no alcanza.
La fecha que viene, se juega el Superclásico. El Millonario llegará a La Boca con dudas. Al menos, sin
tanta confianza como la que le podría haber otorgado una victoria. Con el
copete bajo, quizás. Sin embargo, la última vez de RAD como DT riverplatense en aquel
escenario, fue un fantástico 3 a 0; y antes, se había empatado en El Monumental
con Chicago, creando doscientas chances de gol y errando doscientas una. No
quiere decir nada, pero… siempre hay un pero.




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