El domingo, tras más
de 450 días, se volverá a jugar un Superclásico oficial. Por los puntos. En el
Monumental. Desde Cultura Riverplatense, te contamos nuestras sensaciones en una previa que tiene
como protagonista al insomnio.
Nunca fue un partido más. No lo fue en 1908, cuando nos
cruzamos por primera vez. Tampoco lo fue cuando el 20 de Septiembre de 1931
terminamos definiendo el encuentro en un escritorio –donde siempre tenes más
chapa, obviamente- tras una batalla campal. Menos que menos, lo será hoy.
Nos volvemos a cruzar. Y disculpen que usemos el plural. Es
que en esta estamos todos. Todos ustedes, con sus dolorosas cargadas. Todos
nosotros, con nuestros huevos/ovarios enormes para soportar el calvario que nos
hicieron pasar las últimas dos comisiones directivas. Llegó la hora.
Durante estos 470 días en los que no estuvimos donde
teníamos que estar, recordamos miles de anécdotas. Los más jóvenes, como quien
suscribe, añoramos la vaselina de Rojas, el taco de Higuaín o la clase de
fútbol de Ortega y Buonanotte. Lo más experimentados, recordaran el 5-4 del 72.
También el gol de Montenegro en el 86. O los 16 goles de Labruna. ¿Por qué no
los dos goles del Beto, en tu cara y en tu cancha, después de dar la vuelta
olímpica?
Hoy, es otra historia. Una página más para este grandioso
libro de superclásicos. Llegamos a los tumbos, los dos. Como la última vez que
jugamos en cancha de River, con el gol de Maidana y un nuevo intento de
abandono de tu parte, lanzando miles de bengalas para que el humo tratara de
esfumar el baile bárbaro que te estabas comiendo.
El último, en cancha de ustedes, fue el comienzo del fin
para nosotros. Un fin que no fue tal, porque una vez más resurgimos cual Ave
Fénix para demostrarle al mundo quien es el más grande de la Argentina. Mejor
dicho, el más grande de América.
Este partido no entiende de tácticas ni estrategias. O tal
vez sí, pero como protagonistas secundarias. El factor psicológico, es
fundamental. Y desde allí, los estamos esperando hace mucho tiempo… prepárate,
bostero, faltan horas para que nos volvamos a ver.




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