sábado, 11 de agosto de 2012

Un triunfo para relajar



Cuando uno analiza los encuentros de River, sabe que se encuentra ante la obligación de no mirar exclusivamente el resultado, sino también hacer un exhaustivo detalle del juego del elenco Millonario. Y si nos basamos sólo en éste último punto, el encuentro ante Estudiantes nos deja con un sabor agridulce.


Un primer tiempo para el olvido, con poca marca, poco juego, menos desequilibrio y abundancia del pelotazo nos llevó a depender de Abal para no irnos al descanso en desventaja. Es que el colegiado obvió un penalazo de Gonzalez Pirez a Maxi Núñez, y evitó así lo que podría haber sido el primer tanto de la tarde.

Lanzini y Sánchez se encontraban apagados, y la generación del juego pasaba a ser responsabilidad de Ponzio y Cirigliano. El primero, rápido para el quite, se mostró impreciso en sus pases largos durante toda la etapa inicial, lo que terminó llevando a que se convirtieran en pelotazos a nadie. El juvenil, por su parte, estuvo apagado hasta que salió sustituido por Martín Aguirre ya en el complemento.

Sin generación de juego, a River le costaba horrores alcanzar a Trezeguet y Funes Mori. Para hacerlo, apelaba al pelotazo y le facilitaba las acciones a Desabato y Alayes, que en donde menos problemas iban a tener era en la vía aérea.

Las caras rumbo al descanso eran de desazón. River volvía a mostrar la misma cara que en el último tiempo: desconcierto. No se sabía bien a que jugaba, y menos que menos, de quien dependía.

Funes Mori festeja el segundo gol. (OLÉ)
La charla del entretiempo tuvo sus frutos en el complemento. El conjunto dirigido por Matías Almeyda cambió dos cosas vitales: la precisión y la postura en la cancha. Retrocedió 20 metros, y terminó lastimando al rival. Sí, suena contradictorio, pero así lo demostró el desarrollo del complemento.

River le hizo creer a Estudiantes que se lo podría llevar por delante, y cuando el León entró en la trampa, el Millonario no dudó en salir rápido –y preciso- de contragolpe. Es que ya antes del primer tanto, Trezeguet había dejado mano a mano a Lanzini aprovechando las espaldas de Alayes y Desabato, que salían casi hasta mitad de cancha y no lograban retroceder con velocidad. El juvenil que tuvo un paso por el Fluminense, no se tuvo confianza para rematar al arco y terminó regalando lo que era, hasta ese momento, la chance de gol más clara de la visita.

Pero hubo revancha. Nuevamente se repitió la fórmula: pelota por izquierda, pasa al centro, Trezeguet de primera asiste a alguien que pica desde el fondo –en éste caso Funes Mori- y lo deja mano a mano.

El Mellizo encaró a Villar, y aunque en primera instancia definió al cuerpo del arquero paraguayo, no dudó en levantarse rápido del suelo y enviar al fondo de la red el rebote que había otorgado el meta. Gol, ventaja y desahogo.

Estudiantes tuvo un lapsus de cinco minutos de furia, en donde intentó acorralar a River sobre su arco. Un centro desde el sector derecho encontró solo a Gastón Fernandez dentro del área visitante, aunque de tan sólo estaba inhabilitado, por lo que el posterior gol de Carrillo quedó anulado.

Fue nuevamente Fernández, quien tras un par de gambetas, quedó mano a pie con Barovero. Pero a la hora de definir, se encontró con una grata reacción del meta Millonario que le ahogó el grito de gol.

Funes Mori define para el primero. (OLÉ)
A medida que el tiempo avanzaba, River iba haciendo pie cada vez más lejos de su arco, e intentaba canalizar algún contragolpe que le permitiese aumentar la diferencia. Esa espera finalizó cuando, un errático pase de Desabato dio en Ponzio, y disparó la pelota a campo pincharrata, que se encontraba libre. Y en una corrida libre, lo más lógico era que Funes Mori le ganase a Alayes en velocidad y se fuera mano a mano. La lógica se hizo presente, y el Pumita se encaminó sin adversarios a encontrarse con Villar. Fue tanto el tiempo que tuvo para pensar, que hasta se dio el lujo de amargarle al portero paraguayo antes de definirle al segundo palo y liquidar el encuentro.

De allí al final, no hubo mucho más. Estudiantes intentó llegar al descuento con más ganas que fútbol, pero un River equilibrado y bien parado supo aguantar las embestidas rivales, y hasta contó con alguna que otra chance para aumentar la diferencia.

Ganó River, resta mejorar, pero hay alivio… 

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