| Rogelio y la felicidad tras el segundo tanto. (OLÉ) |
Él es así. Tiene el mágico poder de dar vuelta una ecuación
en seis días. El domingo pasado, cuando tomó la responsabilidad de ejecutar el
penal en el minuto 87 que le podía dar el empate a River, en lo que terminó
siendo caída 1-2 ante Belgrano, fue sin dudas uno de los tres jugadores más
resistidos del encuentro.
Hoy, tras un primer tiempo que lo mostraba errático, pero
luchador, demostró que puede ser el 9 que River necesita de una vez por todas.
Tuvo dos claras, y no las falló. Bah, si nos ponemos quisquillosos diremos que
en el primer gol definió mal, y tuvo la suerte de encontrarse con el rebote. Es
de justos, por lo menos, decir que llegó exigido a la definición y rescatarle
la rapidez para levantarse del suelo y tocar a gol antes de que algún defensor
pincharrata despeje definitivamente el balón.
Es Rogelio Gabriel Funes Mori. El que, pasó de valer más de
ocho millones de euros, a no cotizarse ni “a doscientos pesos” como expresó su
tío. El mismo que vio de cerca el exilio futbolístico tras errar una y otra
situación de gol; y ahora se sitúa como “intransferible” para Almeyda. El mejor
socio de Trezeguet, al menos cuando se encuentran.
En la jornada de hoy, fue la figura. No sólo por sus dos
goles, sino también por su sacrificio para apretar a los defensores rivales y
realizar un trabajo sucio para que David pudiese jugar más tranquilo.
Chapeau
para él, y porque las alegrías con la banda continúen.




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