River se quedó con el Superclásico en cancha de B*ca con
goles de Manuel Lanzini y Ramiro Funes Mori y se puso a una unidad de la punta.
Con carácter y una estrategia clara, el Millonario logró llevarse los 3 puntos
de La Bombonera y prenderse definitivamente en la lucha por el campeonato. Los
primos habían igualado transitoriamente con un golazo de tiro libre de Juan
Román Riquelme, quien chicaneó a Ramón Díaz en el festejo adelantando algo que
no se cumplió: River, ganó allá.
Los Superclásicos, son partidos apartes. Eso no es una
novedad. Todos los encuentros en los que River enfrenta a B*ca, son escenario
distinto. No importa cómo se llega, no importa cómo se juega, solo importa
ganar. Sobre todo, si el Superclásico es por los puntos. De los que valen.
River llegó a La Bombonera mejor ubicado que su rival en la
tabla de posiciones, aunque con el riesgo de que una derrota lo dejase por
detrás. Quizá, estaba un poco mejor futbolísticamente, aunque la paridad era lo
más realista si uno intentaba hacer un análisis previo. El Alberto J. Armando
estaba (casi) repleto de hinchas locales. Ni un visitante. O algunos,
infiltrados, por ahí, aunque en silencio para no pasarla mal.
De entrada, planteó un partido pensado. Se notó desde el
minuto 1 que ambos entrenadores habían jugado al ajedrez futbolístico durante
la semana. Carlos Bianchi, mandando a Martínez a la izquierda para triangular
con S. Miño e Insua ante Carbonero y Mercado. Ramón Díaz apostando a la presión
sobre Gago y jugar a la espalda de ambos laterales rivales, con Lanzini suelto
y Ledesma como eje defensivo y ofensivo.
Ninguno salió con temor a perder, aunque B*ca salió a atacar
a lo bobo y River salió a analizar los defectos del rival para aprovecharlos.
Ambos, rápidamente identificaron las falencias del oponente y se dispusieron a explotarlas.
Así, River sacó varios ataques rápidos con cortes de Ledesma y explosión junto
a Lanzini y Rojas para terminar en los delanteros y rematar o comenzar de nuevo.
B*ca, con el surco de Insua, el centro rápido y más remates al arco.
River pudo abrir la cuenta con un remate de Teo Gutiérrez
que se fue bastante desviado, con un pase del mismo Teo a Lanzini en un 3
contra 2 que se fue apenas largo ante la salida de un rápido Orión, con Rojas
que quedó mano a mano con el arquero Xeneize y que no pudo definir por una
rápida atorada de Erbes tras un gran pase de Cavenaghi. Con el mismo Rojas que
cabeceó defectuosamente un centro de Mercado, que antes ya había puesto otro
envío a la cabeza de Gutiérrez aunque el colombiano nuevamente definió
esforzado y mal.
B*ca lo pudo hacer con un pifie de Gigliotti, otro de
Riquelme y un gran cabezazo de Martínez que atajó Barovero. Otro pifie de
Martínez, también acabó en la mano derecha del 1 riverplatense.
Fue palo a palo. Cada uno con su estilo y sus méritos. River
pensando un poco más, intentando manejar la pelota pero luchando cuando esta
estaba en poder de B*ca. El local, sin tanto pensar, con más empuje y ganas. Se
vio un buen partido de fútbol.
A los 12 del segundo tiempo, un corte rápido de Balanta, en
mitad de cancha, le permitió a River agarrar mal parado a B*ca una vez más.
Teófilo le explotó la espalda a Insua tras recibir un buen pase de Carbonero.
Estaba en offside por medio pie, es cierto. Poco le importó. El 29 tomó la
pelota, hizo una pausa y en el momento exacto cedió para Manuel Lanzini, quien
entró en patines por la espalda de Gago y el espacio que dejaban Díaz
(siguiendo a Balanta, que luego de recuperar y tocar se mandó hasta el punto
del penal) y Forlin (presionando a Teo, saliendo por el hueco que dejaba el
lateral izquierdo de B*ca). Manu, fiel al número que lleva en su gloriosa
camiseta, tomó la pelota y se metió hasta el borde del área chica de Orión, y
cuando éste se predisponía a salir, definió con sutileza al segundo palo. Entre
picándola y rematando. El punto medio. Con la precisión de una mini vaselina y la fuerza de una
definición de goleador. Golazo. Con el sello de River en este campeonato.
Toqueteo previo y gol.
Todo se abría para el Millonario. B*ca salía desesperado por
el empate, con menos precisión que antes y dejando más espacios en el fondo.
Espacios que amagaban a ser capitalizados por River, por ejemplo, con un gran
pase de Ariel Rojas para Cavenaghi. El capitán recepcionó el envío y encaró
para el arco de Orión, aunque se quedó sin resto cuando entraba al área y
decidió rematar, mal parado y de zurda. La pelota se terminó yendo lejos de la
meta rival.
En una de esas tantas intenciones de ataque de parte de
B*ca, Martínez retrocedió hasta el centro del campo y giró, dejando de lado a
Ledesma. Ya sin el ‘28’ riverplatense, el ‘7’ local decidió seguir por el medio
encarando al arco de Barovero. Dejó en el camino a Balanta, a Maidana y cuando
parecía irse de cara al arquero Millonario, Mercado lo cruzó. En la puerta del
área. Tiro libre ideal para la derecha de Riquelme.
El capitán de B*ca sacó un precioso derechazo que rozó la unión
del palo y el travesaño. Fue un golazo. En el mejor momento de River, B*ca
sacaba una mano de KO. Todo simulaba caerse. El 10 Xeneize, subido al caballo
de la euforia encaraba al DT de River y mitad en chicana, mitad en serio, le
gritaba “Acá no. No van a ganar acá”. La gente, que estaba callada y
murmuraba por todo hasta ese momento, decidió empujar a su equipo y los de
Bianchi fueron como van siempre, como toros, cegados pero con fuerza. No generó
peligro certero el embate B*stero, salvo un remate centralizado de Insua que
terminó en los brazos de Barovero.
Parecía que todo terminaba en un empate. Ambos equipos se
mostraban cansados, y el público local ya festejaba con fuegos de artificio.
Las redacciones de los diarios ponían a Riquelme en una supuesta tapa del día lunes,
como el héroe de un nuevo empate. Pero todo quedó en parecía.
Un gran pelotazo de Maidana localizó a Lanzini en la espalda
de Grana. El 10 corrió gastando el último rango de energía que le quedaba, tomó
la posesión y se encaminó hacia Orión. Cuando iba a definir, el lateral derecho
de B*ca lo cruzó y envió la pelota al córner. Pelota dudosa, porque tras el
cruce del defensor, el balón rebota en el taco de Lanzini y hace una extraña
parábola. Pillo, Manu tomó la pelota sin dudar y se encaminó para sacar el
córner.
Allí fue la última esperanza Millonaria. Fueron todos, demostrando
que el partido se quería ganar. Fueron Maidana, Balanta y Mercado. También fue
Funes Mori. Y justamente, el Mellizo, el galán menos pensado, se quedó con la
chica más deseada. La última pelota de la tarde/noche. Hacia ella se elevó el
gran Ramiro para anticipar a toda una parva de defensores boquenses y al
mismísimo Agustín Orión que una vez más terminó fallando en un Superclásico.
Fue el grito del silencio. El silencio total. Una Bombonera
casi repleta enmudecía. Las palabras de su eterno referente y capitán se iban
con el viento. River le ganaba a B*ca en una noche heroica.
Poco sucedió en los 8 minutos que faltaron para que finalice
el encuentro. Apenas unos centros que dominó la defensa de River y las quejas
constantes de los jugadores de B*ca. Pitana finalizó el encuentro al minuto
04:50 de los 4 que había adicionado adicionalmente. No pasa nada. Se hizo más
glorioso. El Silencio Total desapareció. No es que hubo griteríos u ovaciones
de ellos. Fueron los 30 nuestros los que se cerraron en un círculo en pleno
campo de juego para gritar por los 18 millones de hinchas que están desparramados
por el mundo.
Y para colmo, sirvió para quedar a uno de la punta.
Bombonerazo. O Triunfo Total. Es lo mismo.
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