El Lobo volvió a la titularidad ante San Lorenzo y fue el
reloj de un equipo que demostró necesitar su presencia para manejar los
tiempos.
Con la suspensión de Matías Kranevitter y el mal rendimiento
de Leonardo Ponzio, la presencia de Cristian Ledesma ante San Lorenzo estaba
cantada desde que Graciani liquidó el partido del pasado domingo en favor de
Colón en Santa Fe.
Como en el Torneo Final 2013, el Lobo se hizo dueño y señor
del mediocampo de River, y con Ariel Rojas como ladero, le entregó pausa y precisión
a un equipo que carecía de ambas cualidades.
Estupendo en el quite, relevó cada hueco que dejaba algún
compañero que iba con actitud ofensiva hacia adelante. Corrió 75 minutos como
un limpiaparabrisas. Entregó pelotas redondas y limpió el juego cada vez que el
equipo lo precisaba.
Participó en ofensiva, como constructor. El gol del
Millonario, el mejor ejemplo. Primero, pared con Carbonero, luego con
Cavenaghi; en la jugada previa al tanto de Teófilo.
Ramón lo sustituyó por Ponzio cuando las piernas no le
respondían más. El Monumental lo despidió a puro aplauso. “Merecido”, gritó el
entrenador riverplatense mientras el 28 trotaba hacia la línea lateral para abandonar
el terreno de juego.
River tuvo otra grata noticia: quien mejor maneja los
tiempos en su plantel, ha recuperado el nivel. Al menos, en un partido
trascendental como el de San Lorenzo. Como todo, será cuestión de encontrar la
regularidad. Lo bueno, es que con Ledesma en buen nivel, el estilo River parece
cada vez más cerca.
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