Editorial de Cultura Riverplatense sobre la desastrosa
actuación del conjunto Millonario en la Fortaleza de Lanús. Un equipo que
desnudó al máximo sus falencias y demostró que necesita refuerzos de jerarquía para
el próximo semestre. La actitud, una vez más, brilló por su ausencia y terminó
de agotar la paciencia de la gente.
El conjunto de Ramón, salió a jugar en cancha de Lanús,
totalmente abatido por la victoria de Newell’s sobre Atlético de Rafaela. Sin
embargo, el papelón demostrado durante los 90 minutos del encuentro de anoche,
no tiene excusa valedera. Lo de River, fue un papelón. Un desastre. Algo
totalmente incomprensible. O no, quizás, sea más comprensible de lo que se
piensa.
River no merecía ser campeón. Al menos, no era más equipo
que Newell’s. Pero la vuelta de Ramón Díaz, sumado a algunos chispazos de un
equipo que en la previa tenía mejor potencial de lo que terminó rindiendo, o al
menos que ocultaba algunos errores básicos que a lo largo del torneo se
hicieron rutinarios.
Ayer, el menú fue ensalada de errores a la mostaza, y River
se comió 5 platos. Pudo haber comido 10, pero el cocinero que aprovechaba sus
recursos para generar la ensalada decidió cerrar la cocina y no vender más. Es
decir, Lanús bajó el pie del acelerador, sino, le podía haber metido los goles
que se propusiese.
El dilema es grande. ¿Alabamos a Ramón porque llegó a la
anteúltima fecha del torneo con posibilidades de salir campeón? Claro que sí,
sin embargo, tampoco se puede dejar pasar por alto que el DT pifió en un
partido más que importante, como ante Argentinos Juniors. Un partido, es
cierto. Pero un partido que fue vital.
Quienes agotaron su crédito fueron varios jugadores. Algunos,
como Mercado, Sánchez o Bottinelli venían bajo la lupa, y muy pocos, como
Barovero, Ledesma o Vangioni, además de algunos chicos, mantenían expectativas
de banca para la próxima temporada. Sin embargo, ayer, varios de los que
estaban en duda para seguir, confirmaron no estar a la altura de la camiseta, y
quienes si lo venían estando, mostraron una debilidad pocas veces vista en
situaciones anteriores.
Hace poco tiempo, Balanta había declarado que aprendía de
Bottinelli, y ayer se notó más que nunca. Más allá de su golazo, a Leonel
Vangioni lo desbordaron en todos los tiros. Maidana volvió a ser el temeroso
defensor de los partidos importantes, y Mercado continuó en su promedio
habitual, o peor aún.
La mitad de cancha estuvo imprecisa y no paró a nadie
durante los 90 minutos. River se vio desdoblado por un Lanús que parecía tener
un par de jugadores más en cancha, y el Estadio Ciudad de Lanús, pareció tener
las dimensiones del Maracaná. ¿Qué decir de los delanteros? Si habitualmente
hay poca generación de juego, lo de ayer fue una ausencia total, con un
promedio de actuación que ronda el 2. Desastroso.
Si bien resta una fecha, se cierra un ciclo que ya mostraba
su ocaso hace tiempo. Deberá River, a nivel institución, conformar un plantel
de fútbol profesional que esté a la altura de la historia para poder tener
objetivos acordes a la misma. Sino, la conformidad, será esta: 60 puntos por
temporada, lejos de los problemas del descenso, ingresando a copas
internacionales y peleando algún que otro campeonato. Hora de tomar decisiones…




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