Columna de opinión de Cultura Riverplatense sobre el empate ante Unión, en Santa Fe.
River se pareció al de hace algunos meses y mostró la peor
cara de sí mismo tras mucho tiempo. Dos equipos en uno, con peligro de mitad de
cancha hacia adelante –aunque no confirmando
lo que insinúa- y también con peligro, pero para sí mismo, de mitad de
cancha hacia atrás.
Fue bipolar. Hemos utilizado ese término para describir a
River hace algunos meses. Lamentablemente, hoy lo volvemos a hacer. River tiene
dos caras. Tiene dos caras generales, y dos caras en cada uno de los detalles.
Tiene movimientos tan buenos como pésimos. Triangula bien, pero define
desacertadamente. Presiona bien, pero releva desastrosamente. Abre bien los
espacios, pero se filtra poco y casi siempre mal. Mezcla las ganas de salir
campeón con las acciones de un equipo que quiere pelear otro tipo de cosas.
Se rescata la actitud. Claro que sí. Un partido horrible,
con la mano torcida, poca puntería, menos suerte, desinteligencia constante en
el sector defensivo, verticalidad extrema y negativa en el ataque. Dos goles
abajo, con momentos de inferioridad increíbles, un penal en contra, etc, etc.
Es cierto, lo levantó. Se fue con la frente alta, y hasta mereció ganarlo.
Sin embargo, los errores cometidos pudieron ser previstos y
solucionados de ante mano. Este cronista no recuerda una dupla central
riverplatense que maltratase tanto la pelota como la que jugó hoy, pero ante
Vélez. Si tus centrales no le pueden dar un pase corto a un compañero, es difícil
que un equipo pueda salir jugando y tratando bien la pelota. Característica que
sí había mostrado River en los últimos partidos, con la presencia de Balanta.
La inclusión de Bottinelli, resulta para quien escribe,
inexplicable. Con Jonathan Maidana recuperado, y en buen nivel –al menos en el
único partido que disputó-, resulta difícil de entender su salida. “Me gustan
los segundos centrales zurdos” dijo Ramón en la semana. En nuestra cuenta de
Twitter, escribimos que la presencia de Bottinelli iba en contra de la idea de
salir jugando. Leandro Gonzalez Pirez, no se ha mostrado en bajo nivel al lado
de Eder; por lo que deducimos que no era ese el inconveniente que River tenía
abajo para tratar bien la pelota. Tanto el juvenil, como Maidana, han disputado
partidos como segundos marcadores centrales; por lo que podrían haber ocupado
aquel sector.
Otro que no estuvo a la altura, fue Ezequiel Cirigliano. Muy
solo en la mitad de cancha, mal acompañado por Sánchez y con tibieza por parte
de Rojas, al capitán le resultó imposible hacerse eje de un equipo que pidió la
vuelta del Lobo Ledesma a aullidos.
La superioridad numérica del local en el centro del campo, y las molestias
físicas del 14 riverplatense, lograron que Unión manejase el encuentro desde
aquel sector.
Poco queda para resaltar, más que la actitud y algunas
buenas intenciones de los jugadores Millonarios. Fue malo desde lo futbolístico
el trabajo de Leonel Vangioni. Desbordado constantemente, cometió un penal
infantil y aportó poco en ataque; sin embargo, vale destacar que el ex Newell’s
la pidió siempre, cosa que no sucede muchas veces.
Cambió el juego de Manuel Lanzini en la segunda etapa.
Cuando se convirtió en eje, llegó lo mejor de River, abriendo huecos y llegando
al fondo con gambeta y amagues. Reventó un tiro en el travesaño, y le dio una
gran asistencia a Carlos Luna, en el comienzo de la segunda etapa. Sin embargo,
se apuró en una jugada tras el gol del empate, en la que el 10 decidió rematar
al arco desde una posición incómoda, en vez de tirar un centro al segundo palo
para la llegada de Mora.
¿Qué decir de Barovero? Una vez más, el 1 volvió a demostrar
que está a la altura de River. Podría haber hecho algo más en el primer tanto,
sin embargo el cruce de Bottinelli lo sacó de la acción. Se lució atajando el
penal de Franzoia. Luego, lo exigieron poco y nada. Mostró seguridad sobre el
final, tras un remate tibio del pelilargo delantero Tatengue.
Valorable la entrega de Gabriel Funes Mori. Con
desprolijidad, fue de los que mejor entendió cómo se debía jugar el encuentro.
Si bien convirtió el primer tanto y fue artífice intelectual del segundo, como
River, no pudo confirmar todo lo que insinuó. Sin embargo, en un oscuro
partido, fue de lo más rescatable.
Debe saber River que no puede cometer más errores si el
objetivo es campeonar. El campeonato había dado una oportunidad de lujo. Los
tres puntos eran obligatorios. No es que el punto deje al Millonario fuera de
la lucha, aunque la preocupación surge por la poca personalidad para imponerse
en un choque vital para las aspiraciones del título. Falla la personalidad como
falló en cancha de San Lorenzo, o en El Monumental frente a Quilmes, ni que
hablar del encuentro en La Bombonera. No fue casualidad, sino más bien que fue
causalidad. River no demuestra muchas luces a la hora de ponerse la chapa de
candidato.
Seguramente, también lo sabe Ramón, quien hizo una fuerte
autocrítica tras salir del vestuario, una vez finalizado el encuentro: “Dejamos
escapar una oportunidad. Estuvimos muy mal en el primer tiempo, imprecisos, sin
el control del partido” aunque destacó la personalidad para revertir el
resultado.
Mientras tanto, River está a la expectativa. Rogando por una
nueva chance. Finalmente, sólo el resultado de Lanús, terminará de condimentar
éste tibio empate. Mientras tanto, se fue una chance importante. Otra más.




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