| La 10 de River. La camiseta más pesada del fútbol argentino. |
Es el primer puesto que Ramón pidió reforzar, y también es
el refuerzo que más cuesta conseguir. ¿Qué necesita un enganche para triunfar
en River? ¿Gambeta o pase gol? ¿Aceleración o pausa? ¿Por qué es tan necesario
para el Millonario? Desde Cultura
Riverplatense hacemos un análisis con los posibles candidatos a ser el 10 de River.
En Argentina, sobre todo después del boom mediático
alcanzado por Diego Armando Maradona, la camiseta número 10 ha pasado a ser un
emblema en uno y cada uno de los equipos de su fútbol. En River, eso
sucedió un poco antes. Con la presencia de Norberto Osvaldo Alonso, la camiseta
número 10 del club, además de un emblema, pasó a ser una carga. Una
mochila con millones de kilos encima. Como predestinada a transformar su algodón
(hoy utilizan telas con tecnología invisible) en la capa de hierro más pesada
de la historia, si el jugador que la vistiese no estaba a la altura del club.
En éste fatídico 2012 que se ha ido, no por sus resultados sino por su
contexto, River ha sufrido (quizá como nunca en su historia) la falta del
típico 10. Ese jugador que, en una baldosa, podía dejar mano a mano al 9 propio
con el arquero rival. Ese jugador que, cuando la pelota quema, la guarda baja
la suela y la obliga a tomar una siesta santiagueña eterna hasta que una patada
de algún rival la despierte. Ese jugador que, con un tiro libre, una gambeta,
un pase, o una corrida, te gane un partido. Se notó demasiado, River no tuvo un enganche a la altura de su historia. Tampoco lo tiene. No al menos por el momento.
Las promesas (¿eternas?) como Mauro Díaz o Manuel Lanzini
parecen mostrar que todavía les falta un golpe de horno. Dejan ver cosas
interesantes, como apiladas, gambetas, pausas o pases que ilusionan; sin embargo,
la intermitencia de ambos, no permite que se pueda confiar en alguno de ellos
como para ir a por la lucha de un campeonato.
Ramón lo tenía claro. Hace falta un enganche. El primero
de la lista fue D’Alessandro. Por primera vez en años parecía que las
negociaciones podían tener un final feliz, pero a River le faltó vender para
poder concretar su sueño, y disimuló con una supuesta negativa del Inter para
largar al Cabezón.
Lejos de quedarse de brazos cruzados, desde Núñez aseguran
que el 10 que pidió Ramón llegará en junio. Pero Ramón lo quiere ahora. Por
eso, el entrenador buscó alternativas, y se encandiló con Jonathan Fabbro.
Enganche de Cerro Porteño, con mucho gol y técnica, además de buen remate de
larga distancia. Quizás sin tanto pase gol, o al menos, esa característica queda opacada por las primeras. Las idas y vueltas de los dirigentes del conjunto
paraguayo, hicieron que la operación no tenga un final feliz, al menos por
ahora (desde River aseguran que no lo buscaran más, pero esto es fútbol).
Y ahí nos quedamos. El plan C era un signo de interrogación.
Y lo es hoy. Al menos para el gran público. “River
empieza a desistir de la posibilidad de contratar un enganche” se escuchó
por algún canal televisivo. “¿Y si en vez
de un enganche de jerarquía, a Ramón le traen una figura en otro puesto?” preguntó
otro cronista radial. ¿En qué carajo están pensando? Pregunta éste humilde
sitio.
Es casi imposible que una persona que sepa de fútbol, y vea los partidos
de River todos los fines de semana, no se dé cuenta de que la mayor carencia que
tiene éste equipo es en la creación de juego. Aún en la etapa Ramón Díaz, donde
ha mejorado muchísimo en otros aspectos como el desborde, la presión defensiva y ofensiva o el vértigo en mitad de cancha.
Que River desista de contratar un enganche, sería el
principio de varios problemas. En algún momento, la idea del desborde y el
centro pasado para el 9 o, eventualmente Rodrigo Mora, será tenida en cuenta
por los rivales a enfrentar y costará más generarla. El mejor ejemplo es el
último encuentro ante B*ca, donde el equipo rival se propuso cortarle las alas
al juego de River por las bandas, opacando a Sánchez y haciendo esforzar
demasiado a Vangioni. ¿Resultado? Poco peligro. Cero goles.
La necesidad de contratar un enganche de jerarquía resulta
imperiosa para que River cambie su libreto de una vez por todas. Lo demostró
Mauro Díaz, en Mar del Plata. También Manuel Lanzini, en menor medida y menos
tiempo, en Mendoza.
Cuando el enganche de River toma la pelota y se suelta, el
equipo es otro. Con Vangioni y Sánchez sueltos por las bandas, y la llegada de
Ponzio como acompañante, River pasa a tener posesión en un sector del campo
rival que siempre resulta peligroso para el adversario. A éste punto hay que agregarle que seguramente, River, tenga supremacía
numérica o, en el peor de los casos, igualdad de jugadores; por la cantidad de players que pone en ataque.
La escapada de Lanzini que termina en una habilitación para
Trezeguet, en Mendoza, es el mejor ejemplo. El conductor que se desliza con la
posesión hasta el borde del área rival, levanta la cabeza y encuentra 5
opciones que realmente pueden generar peligro. Sabe que si frena, tiene a
Ponzio a un costado. Que si acelera, podrá descargar en Mora. Que si quiere
habilitar, Trezeguet estará haciendo la diagonal. Y que si quiere profundizar,
por las bandas están Sánchez y Vangioni. Y allí, la música que suena describe
otra melodía. River pasa a ser un equipo temible, compacto, ofensivo y hasta
vistoso. Una maravilla, comparando el pasado inmediato.
Sin embargo, el toque
de horno que les falta a ambos juveniles, queda expuesto cuando la
situación anteriormente descripta pasa a ser una en un millón. Allí, el
enganche de jerarquía sería el constante conector, y el que le terminaría de
cambiar la cara a un River que, de a poco, comienza a encontrar su identidad.
Los rumores que transitan por Figueroa Alcorta, aseguran que
en la lista de candidatos a ocupar ese lugar se encuentran Pablo Barrientos, Diego
Morales, Matías Delgado y Leonardo Pisculichi. Todos nombres que no están a la
altura de D’Alessandro, y se asemejan un poco más a Fabbro, aunque también lo
miran desde abajo.
El Torneo Apertura 2008, su continuidad en Catania y las
ganas que tiene de regresar al país, haces de Barrientos el que más ítems sume
para pegar la vuelta. El volante ofensivo, si bien se ha destacado por el
sector izquierdo, ha demostrado también sus condiciones de enganche en algunos
encuentros de aquel torneo apertura en San Lorenzo, y en su Catania actual.
Además de sus condiciones futbolísticas y su presente (mucha más competitividad
que sus tres competidores), lo que gusta de Barrientos es su experiencia en el
fútbol argentino, tras su paso por San Lorenzo y Estudiantes.
La segunda opción parece ser Diego Morales, de gran
temporada pasada en Tigre. Sin embargo, la candidatura de Cachete para el puesto de enganche abre sus interrogaciones cuando
se observa la poca exigencia de sus clubes anteriores (Chacarita y Tigre) y su
presente en una liga de menor categoría como la qatarí. Sin embargo, un
supuesto conflicto entre el volante y las autoridades del Al-Ahli, podrían
abrir una puerta para que el ex Tigre desembarque en River, con el visto bueno de Ramón, que tiene más presente la gran temporada del 10 en Tigre, que todos los demás factores.
Más atrás aparecen Pisculichi y Delgado, ambos con grandes
condiciones aunque desvalorizados por haber jugado durante mucho tiempo en
ligas de menor jerarquía. Suiza, China, Qatar y Emiratos Árabes, son algunos de
los países en donde estos mediocampistas han mostrado sus dotes como enlaces.
Sin dudas, todos desafíos de menor competitividad que la exigencia de ser el 10 de River.
El tiempo, irrecuperable, ya pasó. El mes y medio que se
perdió atrás de Jonathan Fabbro, quedó en el pasado. Es hora de que River, de
una vez por todas, busque y contrate un enganche de jerarquía que pueda calzarse la famosa 10 del Beto Alonso y termine de
darle forma a un River que ilusiona, pero que también tiene limitaciones. ¿Será alguno de los que se nombran en los párrafos anteriores? Ninguno parece tener demasiada jerarquía para dar un verdadero impacto en el mercado. Sin embargo, los pocos flashes con los que se los puede recibir en Ezeiza, pueden multiplicarse en demasía para la despedida si -como bien sabe hacer Ramón-, alguna de estas opciones rinda al 110% de sus habilidades.
¿Le traerá Passarella el enganche que tanto pidió Ramón? Por el bien de River, esperemos que sí.




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