El abrazo riverplatense. Una imagen que debe repetirse |
El Millonario se adjudicó el primer Superclásico de verano
con una muestra de fútbol y actitud. Los goles de Mora, el temperamento de
Ponzio, la resistencia de Vangioni, los anticipos de Román y Bottinelli y los
tiempos de Mauro Díaz; todos puntos clave para conseguir el triunfo.
No fue el Barcelona. Lejos estuvo de esa versión
gratificante de fútbol total. Pero tampoco fue el River de los últimos años.
Pasó de ser un equipo tímido, con poca propuesta ofensiva y ninguna pausa a un
equipo pensador. Un equipo prudente, que primero prueba de que el suelo está
firme para dar aunque sea un paso cortito. Arrancó mirando, observando, y hasta
incomodándose por la situación. Terminó tocando, desparramando fútbol por toda
la cancha.
Éste, es el River versión 2013. El que ayer demostró que con
paciencia y tenencia se puede ser eficaz. Primero lo controló. Le tomó la mano.
¿A quién? Al rival de toda la vida, que amagó con comerse vivo a nuestro River,
y terminó pidiendo piedad. Así fue el desarrollo del partido.
La gran actuación de la columna vertebral, con Barovero,
Román, Bottinelli, Ponzio, Mauro Díaz y Mora; lograron que River pase a tener
un dominio total sobre el encuentro. Los tiempos, eran manejados por la
posesión millonaria. Y desde allí, la supremacía riverplatense se hacía
notoria.
Los goles de Mora no fueron ni más ni menos que el resultado
lógico de un desarrollo que mostró a River como claro dominador del encuentro.
La presión en mitad de cancha, la posibilidad de abrir las bandas, con Sánchez
y especialmente con Vangioni. Todas aristas para remarcar. Todos puntos clave para
entender la victoria de River.
Por primera vez en mucho tiempo, un River titular demostró
jerarquía y personalidad para imponerse ante sus rivales. Con su ideología, su
identidad de equipo. Con su creencia como primer fundamento. Con la posesión,
con el desborde, con lo punzante, con la personalidad. Con todo. Para atacar,
pero también para defender (Desde que está Ramón, River jugó 4 partidos y no
recibió goles en ninguno).
Todo invita a subirse a un tren que parece tener destino de
éxito asegurado. Parece, claro. ¿Cuántos equipos fueron dinamita en el verano y
se quedaron sin nafta durante las competencias oficiales? Miles. Por eso la
cautela. Aunque cuando uno ve que dos equipos que representan a la misma
entidad, tienen nombres propios muy diferentes pero estilos de juego muy
similares, entiende que se está trabajando mucho, y bien. Tras ello, observa
los triunfos, en especial el de anoche con B*ca, y la sonrisa aparece sola.
Sin embargo, la euforia por un triunfo que se negaba hace dos
años, no debe tapar que esto recién comienza. ¿Ilusión? Claro que sí, pero no
por ello afirmación. Ya lo dijo Ramón: “Aún falta para ver el equipo que
nosotros queremos, tenemos que trabajar mucho”. ¿Qué mejor que hacerle caso al
que más sabe?
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