lunes, 17 de junio de 2013

Era Ramón Díaz III: Análisis del primer semestre


Apenas llegó, en Diciembre de 2012, aseguró que de su mano, River volvería a ser protagonista. Con más aura que fútbol, logró el objetivo y ahora planea elevar las pretensiones: volver a ser campeón, es lo que quiere él y todo el mundo River. ¿Qué le falta para mejorar?

Su llegada, cuando comenzaba Diciembre del año 2012, ilusionó a todo el mundo Riverplatense debido a su legado de éxitos en las etapas anteriores. Lejos de prometer locuras, siempre remarcó que de su mano, River volvería a ser protagonista. Si bien con el correr del campeonato aseguró que el objetivo final era llegar a la última fecha con chances, podríamos decir que Ramón cumplió su objetivo.

El contexto de su desembarco en el conjunto Millonario, con 23 puntos en 17 partidos jugados y los fantasmas del descenso rondando las zonas aledañas a Núñez, no se puede dejar de tener en cuenta a la hora de analizar el desarrollo de sus funciones en estos 6 meses. Con su envión anímico, River logró los últimos 6 puntos del Torneo Inicial, y ya consiguió 32 en éste Torneo Final, aun cuando queda una fecha para su ocaso.

En lo matemático, no quedan dudas. Con un refuerzo como Leonel Vangioni, una apuesta como Juan Iturbe y la falta del enganche que tanto pidió y nunca llegó, logró posicionar al club de Núñez entre los primeros puestos del Torneo Final 2013 y de la temporada 2012/13. La clasificación a la Copa Sudamericana y la buena posición de cara al semestre próximo donde se define el ingreso a la Libertadores, le hacen un guiño a un River que venía de la B Nacional.

Desde el juego, la discusión puede ser otra. Si bien River ha demostrado varias mejoras respecto a las 17 fechas iniciales de la temporada, nunca ha llegado a mostrar una regularidad y un buen juego que permita distinguir un sello. Si cambiaron las intenciones. La intención de crear juego a través del toque corto, es quizá la mayor diferencia con el River que agarró Ramón. Ledesma y Ponzio juegan en el mismo sector, pero de manera diferente. El Riojano se la jugó por el Lobo, y éste no le falló.

Con el correr del torneo terminó afirmando el esquema del 4-3-1-2, y tuvo como idea principal el desborde a través de un lateral (Vangioni) y un mediocampista (Sánchez), el toqueteo entre el triángulo del medio (Ledesma como eje, Rojas como auxilio de éste y Lanzini más suelto, con más funciones de ataque) y la apuesta ofensiva de un rapidito (primero Mora, luego Iturbe) y un 9 de área (Trezeguet, Luna y Funes Mori fueron quienes rotaron aquí).

Colocó a Eder Balanta como central titular, siendo esta otra de las cartas fuertes que Ramón puede incluir en estos 6 meses. Potenció a Lanzini, que si bien nunca llegó a ser el conductor que River necesita, logró mejorar drásticamente su rendimiento a comparación del Torneo Inicial. No pudo con el maleficio de Funes Mori, que sólo marcó 2 goles en el campeonato.

Le erró en un par de planteos tácticos, como ante Vélez y Argentinos, aunque le pegó a más de un cambio: desde la primera fecha, mostró su muñeca para tomar decisiones acertadas con las variantes que proponía desde el banco. Se ratificó ante Tigre, y también ante All Boys.


Más allá de todo, Ramón le entregó luz nuevamente al presente Millonario. Sus palabras, sus actitudes y sus conocimientos, le entregaron al Mundo River una nueva esperanza de cara a lo que viene. Ahora, viene el desafío más grande: renovar un plantel, jerarquizarlo a su gusto y llevar a La Banda Roja a lo más alto, como indica su historia. 

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