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| En River, se enciende la llama de la ilusión. (FOTO: @ELCHARRO_CARP) |
River no termina de ser un equipo de confiar pero cada día
alimenta más la llama de ilusión que tienen sus hinchas. Desde rendimientos
individuales hasta jugadas como equipo, el conjunto de Ramón Díaz consiguió su
segundo triunfo consecutivo. Sin brillar, aunque mostrando siempre una idea
general. Desde allí, crece ésta llama. La llama de la ilusión.
No fue un triunfo holgado. No se comenzó a disfrutar hasta
que Abal –Diego, con todo el respeto, pero el fútbol tiene contextos que usted
está lejos de interpretar- decidió finalizar el encuentro. River se quedó. Le
dio vida a un rival que parecía inexistente, y pudo sufrirlo.
Sin embargo, también estuvo el River del primer tiempo, que
elaboró varias jugadas asociadas y llevó peligro hasta el área de Estudiantes.
El mal partido de Rodrigo Mora –alguna vez tenía que jugar debajo de los 6
puntos- hizo que la última estocada no fuese precisa. Allí donde se necesita el
movimiento para quebrar una defensa, el uruguayo no pudo sacar ventajas y River
se vio damnificado con el poco peligro hacia Agustín Silva.
El gol de David Trezeguet fue un pacto de justicia. Un gol a
tono con el partido. River era superior y encontró el lugar. Fue eficaz. Volvió
David. El Rey que con sus voleas enorgullece a todo Núñez.
River tenía que
ganar un partido así. Con bastante personalidad en la defensa, con intento de
juego en medio y sobreponiéndose a la falta de ideas a través de las individualidades
de arriba. En éste caso, si es Trezeguet, mejor. David con confianza puede ser
decisivo para ganar cualquier campeonato.
Todo invita a la ilusión. Sobre todo, en comparación con el
pasado. Las tribunas del Liberti hacían eco de un mismo murmullo multiplicado
por miles: “Antes, éste partido, River lo perdía”. No es posible saberlo,
aunque la sensación es que sí, que la afirmación citada es cierta.
El presente sonríe. River está puntero. ¿Hace cuánto que no estaba
puntero? Un montón. Desde el Clausura 2011, luego de vencer a Quilmes. River
parece estar bien. Una muestra son sus rivales: Estudiantes vino a buscar el
empate al Monumental, a defender su valla, a intentar que no se quebrara,
porque cuando se quebrara, podía pasar cualquier cosa. Hace rato que El Millonario no
imponía ese respeto. Belgrano, pese a jugar cotidianamente de la manera que
jugó ante River, también respeto mucho al elenco de Ramón. Como debe ser.
Un puntito más, para la llama de la ilusión claro, fue el
buen primer tiempo de Manuel Lanzini. El enganche participó de varias acciones
de ataque del conjunto Millonario, mostrándose desequilibrante ante la defensa
de Estudiantes que acudía a las faltas para pararlo.
Le falta un poco más de
pausa y continuidad, es cierto. Pero mostró más imagen de conductor. ¿Un
ejemplo? El pase a Leonel Vangioni entre líneas, que culminó en un centro del
ex Newell’s despejado por Schunke. En la semana, Manuel, cumplió 20 años.
Quizá, con un poquito de viento a favor y confianza, pueda demostrar esos
flashes a los largo de 90 minutos.
Para el final, el último aporte para la llama: al parecer,
River le pegó a los refuerzos. Vangioni es un pleno en exceso. Una apuesta
espectacular. Nobleza obliga para quién haya puesto su nombre sobre la mesa.
Juan Iturbe demostró tener algo que a River le falta: explosión. Veremos si
logra serle útil al esquema de Ramón.
Todas cositas positivas. Una llama entre la multitud. Recién
empieza, pero River puntero es una llama de ilusión.
Rex Alemán





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