Antes de siquiera comenzar a pensar en las palabras
dedicadas a Ramón, cabe aclarar que no es este rejunte de palabras una
editorial en cuanto a algo inmediato, si no, algo que se desea a futuro, cuando
tenga que ser. Por las dudas de que piensen que buscamos el despido de Almeyda…
Pero, yendo a lo que nos compete, es 29 de Agosto. Hace 53
años, en La Rioja, nacía un personaje que años después se llevaría demasiados
flashes como jugador, y aún más como DT. Hoy, es el cumple de Ramón Ángel Díaz,
el DT más ganador de la historia de River Plate.
Esta mini editorial, está más allá de las palabras. De los
sentimientos. Del pensamiento. Este rejunte de letras en un intento de homenaje
definen lo que el hincha de River siente a la hora de pensar en Ramón. O al
menos, del 95% con los que éste cronista ha tenido contacto.
Imaginar a Ramón en el banco de River, después de tantos
vaivenes, tantos desencuentros (juntos y separados), es… indescriptible. Pocas
personas despertarían hoy, en el hincha de River, un cosquilleo semejante.
Cerrar los ojos e imaginarlo en la sala de conferencias de Ezeiza, riéndose de
nuestros primos, más allá de todo.
Su forma de juego, su personalidad picante y el éxito
generado, son algunos de los argumentos por los cuales ese muchacho joven medio
timidón que el 25 de Julio de 1995 debutó como DT de la
Primera de River, pasó a ser el técnico más ganador de la historia del club más
grande de la Argentina.
Se las arregló siempre. Con el Enzo en su máximo esplendor,
hasta con la explosión de un juvenil Fernando Cavenaghi. Desde los caños y
gambetas de Aimar y Saviola, al encare atrevido de D’allessandro. De las
gambetas de Ortega con 20 años, a las gambetas de Ortega en 2002. Respetó el
estilo y la esencia, más allá de que alguna que otra decisión no fuera muy de
la mano con el histórico paladar.
Los títulos, el estilo, la esencia, las formas, el ‘je’,
todo… absolutamente todo despierta entusiasmo a la hora de imaginar a Ramón
nuevamente vistiendo el buzo de DT de River Plate. Seguramente, en algún momento
se dará. Acá, lo esperamos con los brazos abiertos. Mientras tanto: ¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, MAESTRO!!




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