Por problemas técnicos, en Cultura Riverplatense no te
pudimos contar lo que fue el último triunfo ante Colón. Aquí, Lucas S.
Nicolaevsky, te cuenta con un análisis editorial rápido, lo que significó el
triunfo ante el Sabalero y lo que representa en la cabeza de Ramón.
Siempre es bueno ganar. Lo es aún más cuando un equipo viene
de una derrota, y si esa derrota fue dura, más todavía. River tenía todos los
componentes para hacer que la del domingo, sea una victoria necesaria y
relajante. La dura derrota ante San Lorenzo, hacía que el encuentro ante el
Sabalero sea el escenario perfecto para una hipotética remontada anímica y
futbolística.
River fue, nuevamente, un equipo con dos caras. Como ante
Estudiantes, realizó un gran primer tiempo en el que mereció largamente la
ventaja que se llevó al descanso, y salió dormido en la segunda etapa poniendo
en riesgo una victoria que no lo estaba.
La noticia de la tarde fue Leonel Vangioni. El
mediocampista, que venía de un bajo rendimiento ante Tigre y San Lorenzo,
mostró toda su calidad en ofensiva, siendo permanentemente el generador de
fútbol por aquel sector, a través de la asociación y la gambeta en ofensiva.
La no noticia, fue la nueva decepción desde el enganche.
Mauro Díaz no estuvo a la altura de las expectativas y jamás logró ser la
manija de juego que el equipo precisaba.
River se fortaleció desde el mediocampo en aquella primera
mitad. Logró que Ponzio sea eje, aunque no pudo hacer pie por derecha con
Sánchez y Mercado, ambos de bajo rendimiento nuevamente. Por el sector
izquierdo, se potenció la fortaleza de Jonathan Bottinelli que mejoró su nivel
en comparación al último choque con San Lorenzo.
El gol de David Trezeguet también es otra buena noticia para
el Millonario. El delantero francés capturó un rebote dentro del área a los 11
minutos y concretó el 1-0. Comprometido con el equipo, el campeón del mundo
realizó el esfuerzo de pararse como 8 en la presión sobre la salida de la
defensa santafesina.
Otro rendimiento para destacar es el de Rodrigo Mora. El
uruguayo que jugó sin dormir por el fallecimiento de su abuela, estuvo
imparable durante todo el primer tiempo, generando el segundo gol riverplatense
y algunas jugadas de riesgo sobre el arco Sabalero.
El segundo tiempo evidenció el cansancio por la presión
ejercida en la etapa inicial, pero también el temor de un equipo que aún está
en formación y no termina de encontrarse a sí mismo.
River retrocedió conscientemente sobre el campo de juego, y
el mejor ejemplo fue Leonel Vangioni, figura de la primera etapa. Se paró
decididamente como lateral izquierdo, y dejó de pasar continuamente al ataque
para generar una nueva conquista.
El retraso defensivo generó un poco de confusión en un
equipo que terminó poniendo en riesgo una victoria que parecía segura. Los
cambios, también colaboraron con ello. El ingreso de Rojas por Mauro Díaz
implicó un 4-4-2 rígido, sin fútbol y con poca salida; muy parecido al River
versión Almeyda.
El ingreso de Juan Iturbe y de Carlos Luna por Rodrigo Mora
y David Trezeguet, le entregó a River un poco más de movimiento en ofensiva,
aunque no le saldó la deuda del fútbol. El descuento de Colón, en donde falla
la defensa riverplatense sobre su sector derecho, hizo que River terminase
sufriendo y, por qué no reconocerlo, pidiendo la hora.
Con el correr de la semana, Ramón Díaz dejó en claro su
pensamiento: “La victoria fue importante, pero no me ciega.” De allí, surge el
cambio. En la primera práctica, se dejó entrever un 4-3-3 con salida y peso
ofensivo, aunque con precaución en las líneas defensivas y medias.
Ramón, mientras tanto, sigue probando para terminar de
mejorar. Sabe que los triunfos suman, pero se acabaran si el juego no aparece.
Por eso, el de Colón, fue un triunfo que suma pero no ciega.
Lucas Nicolaevsky




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